Ha transcurrido un nuevo 15 de marzo, Día Mundial de los
Derechos del Consumidor. Una vez más las organizaciones de consumidores
de la región demostraron que son el sustento principal para seguir ampliando la
brecha de los derechos y cerrar el paso a los abusos del mercado contra la
ciudadanía.
Escribe Juan Trímboli, director de CI para América Latina y el Caribe.
En casi todos los países se realizaron celebraciones marcadas por
el compromiso y el entusiasmo. Hubo denuncias, fuertes denuncias contra los
abusos, pero también propuestas, iniciativas tendientes a encontrar coincidencias
con los otros actores relevantes en las relaciones de consumo: el Estado y las
empresas.
Es interesante constatar que las celebraciones no se
limitaron a un solo día. En varios países las organizaciones y agencias
gubernamentales, miembros de Consumers International, organizaron actividades
que cubrían de dos días a una semana. Ello facilitó el diálogo con la
ciudadanía sobre un amplio abanico de temas. Las características de este 15 de
marzo permitieron que cada organización buscara aquellas temáticas más urgentes
de cada realidad nacional. Esto evidenció la transversalidad regional de algunos
temas, así como la magnitud de los abusos que se cometen y que se ven
favorecidos por legislaciones frágiles, ausencia de regulación y
fiscalización, así como la falta de voluntad política por parte de autoridades
para enfrentar y dar solución a los problemas existentes.
Este 15 de marzo puso nuevamente en evidencia que la cancha
del mercado es despareja, que este es imperfecto y que existe una verdadera
industria del abuso que daña, generando ira y frustración en aquellos que
confían en el funcionamiento del mercado, en la existencia de una justicia para
todos, en la responsabilidad social de la empresas.
Y esta industria del abuso está presente en los ámbitos más
diversos del mercado: en los servicios básicos, en las tecnologías digitales y
la banda ancha, en los alimentos, en los servicios financieros, en la
publicidad, y podríamos seguir ampliando la lista. Como bien se ha dicho,
cuando las reglas del juego solo funcionan para algunos, y cuando quienes
ganan son siempre los mismos, entonces el juego pierde legitimidad, los
consumidores se sienten inconformes y la democracia se ve innecesariamente
dañada.
Es absolutamente necesario que el mercado de bienes y
servicios funcione con transparencia y que la economía esté al servicio
de las personas. El nivel de abusos existente desecha la idea que hay que dejar
al mercado la solución de todos los problemas que afectan a los consumidores.
Entre todos los temas que las organizaciones abordaron el 15 de marzo, hay dos
que sirven de ejemplo a lo señalado.
En países de la región alrededor del 40 % de las personas
admite ingerir regularmente papas fritas, galletas, hotdogs o pizzas para
aplacar con rapidez su apetito. En un reciente libro de Michael
Moss ,“Sal, azúcar, grasa: cómo los gigantes de la comida nos sedujeron”, se
muestra en forma por demás convincente cómo la industria alimentaria ha
realizado por años sofisticadas investigaciones científicas para atraer a las
personas al consumo de la comida chatarra. El autor muestra como,
por ejemplo, las empresas estudian imágenes de resonancia magnética
cerebral para verificar como reaccionamos neurológicamente a componentes como
el azúcar y la sal.
Es difícil pensar que el mercado y la
autoregulación resuelvan este asunto que agrede con fuerza la salud de la
personas y que hace que el estado incurra en gastos extraordinarios en
materia de salud pública. Se requiere legislar, se requiere etiquetar en forma
sencilla y clara los envases: se requiere regular.
Otro buen ejemplo es el comportamiento de las instituciones
financieras. El uso de las tarjetas de crédito y débito se está convirtiendo
paulatinamente en un sistema de pago habitual en varios países de la región.
En el caso de Chile, donde las ganancias de los bancos el año 2011
alcanzaron la cifra de 3.493 millones de dólares y el endeudamiento de los
hogares casi se duplicó en la última década llegando al 39% del Producto
Interno Bruto, el número de transacciones que se realizan con tarjetas de
crédito pasó de 2 millones en el año 2000 a 365 millones el año 2011. Y
el funcionamiento de este mecanismo, que permite un lucro desmedido para el
sistema financiero, es desconocido para la inmensa mayoría de los
consumidores. Lo que podría ser un medio de pago que ayudara a adelantar el
consumo de ciertos bienes en el tiempo, se convierte en un instrumento para el
sobreendeudamiento de los consumidores, especialmente para amplios sectores que
perciben muy bajos salarios. Y esto tampoco lo resuelve el mercado, requiere de
regulaciones precisas, de una especial atención por parte del Estado.
Lo señalado nos muestra la necesidad de persistir en la
consigna que orientó las actividades del pasado 15 de marzo, “Justicia para los
consumidores ahora!” Seguiremos presionando, mediante acciones regionales, por una
nueva acción pública del Estado que asegure un efectivo cumplimiento de
los derechos y para que las empresas asuman su responsabilidad en toda la
cadena de producción, respetando a los consumidores, los trabajadores y el
medio ambiente. Tienen que haber mejores legislaciones en cada país y las
Directrices de la Naciones Unidas tienen que ser perfeccionadas. Las
organizaciones de consumidores tienen que contar con la confianza y el respaldo
efectivo del Estado porque trabajan por el bien público. Solo así podremos
poner límites a esos abusos que abundan y que indignan.
1 comentario:
Efectivamente es como dices Juan. Aquí en Uruguay respecto a la Tarjetización o Plastificación de toda transacción, hay una ley en proceso. Mi postura personal pública respecto a ella fue que el verdadero poder esta en el manejo de la información que ingresa por los POS de tarjetas, la cual queda en manos privadas, empresas y corporaciones. Mi consulta a los legisladores fue "¿Como pretenden que luchemos contra el consumismo que asignan a la desprolijidad de la gente, si las Asociaciones no tenemos acceso mínimo a esa misma información para confrontar, manejar perfiles, diseñar políticas?... Afortunadamente, la ley quedó detenida, pero no se presta atención a ese tema y es fundamental y básico. Bastaría con estadísticas periódicas de consumo que nos daría gran información para nuestro trabajo...
Respecto a la comida chatarra, y Bueno!! sabemos que el poder reside en dominar y exacerbar las debilidades humanas, tentar, ponernos en lucha contra nuestros deseos. Será complicado sacar a la gente de sus propias tentaciones a fuerza de conciencia.. es una lucha eterna. Pero hay que presionar, no hay otra alternativa, o habrá que crear paralelamente una GRAN competencia por el lado de apoyo a la "Slow Food"... Salud !!!
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