El etiquetado de los ingredientes modificados genéticamente es una obligación en Uruguay porque así lo indica la ley, no una petición de algunos que se deba poner a consideración, dijo Carlos Pereyra, Director de Consumidores y Usuarios Asociados (CUA) en su intervención durante el Segundo Seminario sobre Alimentos de Origen Transgénico (Montevideo, 27 de julio 2012).
No les voy a hablar de Monsanto, ni de sus socios comerciales, ni de la invasión de transgénicos en el mundo, ni de factores de dominio económico, ni de presiones a los gobiernos por parte de la Organización Mundial de Comercio. No lo haré simplemente porque ya todos lo sabemos. Sin demasiado esfuerzo, cualquier ciudadano del mundo que se considere medianamente conciente y responsable, sabe de los manejos y trucos que se hacen para acumular dinero y dominio; ya no tiene sorpresa alguna escucharlo... pero el tema es actuar.. y ahí sí, depende de todos y de cada uno, en cada acción conciente y responsable que ejecutemos, por pequeña que parezca.
Muchos consumidores concientes, cada vez más afortunadamente, suelen verse en los supermercados revisando etiquetas de productos. Seguramente tienen información acerca de componentes, colorantes, edulcorantes, estabilizantes, etc. y buscan productos que a su criterio no contengan algunos de ellos. La tarea no es fácil, pues si extremamos precauciones podríamos entrar en un estado de imposibilidad de adquisición, dado prácticamente que el mercado esta plagado de productos industrializados, todos ellos conteniendo alguno de los componentes indeseados.
Seguramente, los criterios por los que se manejan personas con tal grado de precaución están basados en informacion a la que han accedido a través de Internet, artículos especializados, o por alertas de organizaciones que defienden los productos orgánicos, la elaboración sana y natural, o simplemente el mantenimiento de la naturaleza en su más exquisito desarrollo.
Cuando analizamos la informacion de productos, suponemos que detrás de ella hay criterios de elaboración, de control y de cuidado especial. Sin embargo, ya son muchos los ejemplos donde productos que se prohíben en una región, se siguen comercializando en otras. Por lo tanto, es fundamental la conexión, el intercambio de información entre unas organizaciones y otras, porque sencillamente quienes tenemos que controlar somos nosotros mismos. Esto se logra organizándose con un objetivo claro y uniendo esfuerzos concretos, local e internacionalmente; en eso estamos y por eso luchamos.
Respecto a los transgénicos, ni siquiera queremos opinar sobre si son buenos o malos, muy dañinos o no; una hipótesis de inocuidad indemostrable, o una demencia que lamentaremos en el futuro al ver consecuencias concretas.
La Ley 17.250
Sólo decimos que esa información acerca de si un producto contiene o no elementos modificados genéticamente, debe ser brindada al público consumidor, ya no solo como medida para demostrar la honestidad, responsabilidad social, transparencia y cuidado con el que se elabora y brinda un producto, sino porque en Uruguay es un derecho constituido y vigente, pues tenemos una ley concreta que indica la obligatoriedad de informar al consumidor, hablo de la ley 17.250 en varios artículos como el 6 o el 10, claramente la informacion debe ser brindada, no hay la menor duda.
Entonces, lo que está fallando es el sistema de implementación, el sistema de control y todos los organismos que deben su existencia y son financiados por la población con sus impuestos, para justamente hacer cumplir la ley. De nada sirve una ley, si nadie se preocupa de que se cumpla y si nadie es merecidamente sancionado por ejecutar su tarea de hacerla cumplir.
Hay una conclusión obvia e inevitable: debe hacerse un juicio a varios organismos por no hacer cumplir una ley, y para llevar adelante esta medida es necesario que un colectivo de organizaciones y ciudadanos se unan y actúen, o seguiremos pidiendo, hablando y explicando lo obvio, pero nadie actuará para modificar la realidad. El etiquetado es una obligación porque así lo indica la ley, no una petición de algunos que se debe poner a consideración.
Respecto a la información, que es fundamento de nuestro delirio de justicia, tenemos que decir que merece mucha más discusión. Son muchos los temas donde el dominio, manejo y registro de información es la clave para hacer justicia o para mantener dominio y poder. No olviden por ejemplo, que respecto al agua que tomamos, y donde hervimos nuestra polenta transgénica, no hemos logrado que se publique su control periódico de calidad, o la información de trazabilidad de infinidad de productos y el origen de componentes, que debería ser accesible para que todo consumidor sepa de donde viene cada cosa, cómo se elabora, quién la elabora. Esto sería verdaderamente información al consumidor, no maquillaje de calidad.
Si van a buscar información acerca de muchos productos, servicios o de transgénicos, y piensan usar Internet, no olviden que Google es el programa que les dirá qué existe y qué no existe; por lo tanto, el manejo de esa información y nuestro acceso a ella, está también en manos de empresas privadas capaces de mostrar y ocultar lo que deseen.
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