Después de participar en la Asamblea Mundial de CIVICUS, Luke Upchurch de CI, reflexiona sobre la importancia de las agrupaciones de consumidores en una cambiante y exigente sociedad civil cada vez más joven.
Los tres días de la Asamblea Mundial de CIVICUS en Montreal la semana pasada dieron forma a un evento intenso y energético, reflejando a un movimiento de la sociedad civil luchando por su lugar en un mundo que cambia rápidamente.
Este año la reunión convocó a organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo para analizar la definición de un nuevo contrato social.
En el contexto de Rio+20, el movimiento Occupy, la Primavera Árabe y la crisis económica de la Unión Europea y EE.UU., muchas de las organizaciones presentes cuestionaron el papel y la relevancia de las tradicionales organizaciones de la sociedad civil, algo que el propio movimiento de derechos de los consumidores debe hacer.
Dado que los consumidores recurren a fuentes de información generadas por los usuarios sobre productos y servicios, y que grupos temáticos abordan tradicionales temas sobre los derechos de los consumidores, y dado que el activismo online desafía el pensamiento convencional en torno a lo que constituye la acción, nuestro movimiento debería preguntarse lo que puede ofrecer a la nueva generación de defensores de los derechos del consumidor.
Si remplazamos la palabra "consumidor" por "ciudadano" nos encontraremos con que este es un problema que enfrentan los grupos de la sociedad civil en su conjunto, no sólo aquellos relacionados con los derechos del consumidor. Como tuiteó una delegada, @BonnieKoenig, “los líderes de ONG y de organizaciones de la sociedad civil tienen que estar abiertos a cambiar drásticamente sus propias organizaciones y operaciones para mantener su relevancia”.
Este tema de la relevancia y de la eficacia fue una línea argumental no oficial durante todo el evento y, a pesar del fuerte sentido de camaradería, los delegados a menudo polarizaron sus respuestas ante este tópico.
Muchos creen que la respuesta sería trabajar más estrechamente con las empresas, para encontrar soluciones comunes en lugares donde los gobiernos han fracasado tan rotundamente. Otros piensan que la acción directa es la única manera de abordar eficazmente la injusticia social, política y ambiental.
Y todo el mundo tiene una opinión sobre la mezcla de soluciones requeridas.
Al igual que con la mayoría de las cosas, tal vez la respuesta esté en algún punto intermedio. Necesitamos energía, ingenio y determinación para forzar el cambio desde abajo y la construcción de consensos, un enfoque que abarque a múltiples grupos de interés que se abran a un cambio desde arriba a escala global.
Este es ciertamente el caso del consumo sustentable. Hablé en un panel que consideró tanto los cambios internacionales como locales necesarios para alejarnos de modelos de consumo y producción insustentables.
Si bien necesitamos que los gobiernos incentiven inversiones verdes, y que las empresas elijan remover las cosas malas de la cadena productiva, también necesitamos cambiar normas y valores sociales a nivel individual y local. Estas son sólo algunas de las condiciones previas necesarias para la incorporación de la perspectiva del consumo sustentable.
Muchos de los más jóvenes delegados de CIVICUS, los cuales ofrecieron algunas de las ideas más constructivas para el cambio durante el evento, no dudarían en cuestionar este enfoque aparentemente trabajoso. Como tuiteó @alexjamesfarrow durante el evento: "Los jóvenes están perdiendo la paciencia con esta conversación. Si no cambiamos radicalmente el CIVICUS de hoy, mañana será un dinosaurio".
Alex podría estar en lo cierto, y lo articula bien. Pero creo que las tradicionales organizaciones de la sociedad civil, entre ellas las agrupaciones de derechos de los consumidores, tienen un papel único que desempeñar.
Basta con echar un vistazo a la campaña online Big Switch del grupo de consumidores del Reino Unido Which? Ellos fueron capaces de utilizar el poder de negociación colectiva de cerca de 300.000 consumidores para negociar un gran ahorro de los proveedores de energía, un principio de campaña que puede, en teoría, ser aplicado a cualquier cosa; sin embargo, su eficacia se basa en la experiencia de campaña y en el buen nombre de una organización nacional de consumidores.
Otro grupo de consumidores del Reino Unido, Consumer Focus, ha producido una excelente guía sobre cómo las organizaciones de consumidores pueden utilizar la tecnología digital para hacer campaña y que bien vale la pena leer.
A nivel de políticas y defensoría nuestra experiencia es fundamental también. Ha sido demasiado fácil para los gobiernos y la industria decir que a los consumidores no les importa la sustentabilidad suficientemente.
Lo que ocurre es que sin infraestructura adecuada y con productos y servicios insustentables atestando el mercado, es casi imposible para los consumidores a tomar decisiones verdes en muchos países.
Los cambios deben estar en sintonía con otros: las organizaciones de consumidores tienen que estar ahí para empujar alternativas sustentables y garantizar que los políticos y las empresas no se escondan detrás de la demanda de consumo incipiente.
Cualquiera sea el papel que juegan las agrupaciones de derechos de los consumidores, a menudo nuestro mayor activo es la confianza: la confianza que nuestros afiliados, simpatizantes y suscriptores tienen en nuestra opinión, y la autoridad que esto nos da a los ojos de gobiernos y empresas.
Como los más jóvenes "ciudadanos consumidores" están buscando otros lugares para la acción sobre cuestiones relativas a los derechos del consumidor, nuestro movimiento necesita buscar nuevas formas de retener y ganar esa confianza. Nuestro futuro bien puede depender de ello.
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