30 abril, 2014

¿Podemos imaginar un Internet feminista desde los derechos?

DANAE TAPIA, Directora de Operaciones de la ONG chilena Derechos Digitales, dice que ha­blar de de­re­chos en In­ter­net tam­bién sig­ni­fi­ca darle es­pa­cio a una pers­pec­ti­va de gé­ne­ro.

Casos re­cien­tes tanto en Chile como en otros paí­ses nos hacen pre­gun­tar, escribe Danae, " si de­re­chos como la li­ber­tad de ex­pre­sión y la pri­va­ci­dad tie­nen un efec­to di­fe­ren­cia­do desde el gé­ne­ro de los su­je­tos".

Interesante perspectiva para reflexionar.
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La foto de una mujer po­san­do en el in­cen­dio de Val­pa­raí­so fue co­men­ta­da am­plia­men­te en las redes so­cia­les. Sorna y cla­sis­mo emer­gían de múl­ti­ples opi­nio­nes que la cri­ti­ca­ban por inopor­tu­na y, prin­ci­pal­men­te, por pobre. Su ima­gen, di­se­mi­na­da en la red sin su con­sen­ti­mien­to, fue in­ter­ve­ni­da en una serie de memes e in­clu­so en po­le­ras que se ven­den a diez mil pesos.

No es la pri­me­ra vez que en Chile se vi­ra­li­za la ima­gen de una mujer para el goce de la au­dien­cia vir­tual. Hace algún tiem­po, un video de dos es­tu­dian­tes de la Uni­ver­si­dad Adol­fo Ibá­ñez que te­nían re­la­cio­nes se­xua­les en un paseo, fue­ron rá­pi­da­men­te com­par­ti­das por What­sApp. Las crí­ti­cas a la mujer que pro­ta­go­ni­za­ba el ma­te­rial no tar­da­ron, su Fa­ce­book y datos per­so­na­les fue­ron fil­tra­dos y tuvo que ren­dir­se al acoso di­gi­tal. De su com­pa­ñe­ro varón, se supo mucho menos.

Pero qui­zás el caso más re­cor­da­do es el de la ado­les­cen­te del video “Wena Naty”, cuya ima­gen en ac­cio­nes de sig­ni­fi­ca­ción se­xual con un com­pa­ñe­ro de co­le­gio fue am­plia­men­te di­fun­di­da en el año 2007. Cu­rio­sa­men­te, el hecho fue abor­da­do por la pren­sa y “ana­lis­tas di­gi­ta­les” como “el pri­mer viral chi­leno”, una sim­ple anéc­do­ta. Este caso tam­po­co es con­si­de­ra­do entre el pú­bli­co ge­ne­ral como de vio­len­cia con­tra la mujer, a pesar de que im­pli­ca un claro acoso di­gi­tal y, ade­más, una pu­bli­ca­ción con con­te­ni­do se­xual donde in­ter­vie­nen me­no­res de edad.

Los ata­ques de gé­ne­ro en In­ter­net no se ago­tan con la vio­len­cia a las mu­je­res. El acoso ho­mo­fó­bi­co tam­bién está pre­sen­te en mu­chas de las in­ter­ac­cio­nes dia­rias en la red.

Lo an­te­rior, solo hace re­for­zar la ne­ce­si­dad de una re­fle­xión más pro­fun­da sobre cómo los de­re­chos son un campo de ba­ta­lla y cómo pue­den ser abor­da­dos desde ca­te­go­rías mucho más sig­ni­fi­ca­ti­vas como gé­ne­ro y clase so­cial.

¿Es el acoso en In­ter­net una ex­cep­ción al de­re­cho fun­da­men­tal de li­ber­tad de ex­pre­sión y en qué me­di­da? ¿Afec­ta la vio­la­ción al de­re­cho de pri­va­ci­dad de igual forma a las mu­je­res o co­mu­ni­dad LGBT1 que al gé­ne­ro mas­cu­lino?

Esta re­fle­xión es parte de una ten­den­cia in­ter­na­cio­nal.

Por ejem­plo, nos en­con­tra­mos con el caso del “Blog chi­cas bondi” en Ar­gen­ti­na, donde el acoso ca­lle­je­ro de mu­je­res fue dis­cu­ti­do tanto desde la li­ber­tad de ex­pre­sión como desde el de­re­cho a la pri­va­ci­dad.

Por otro lado, la agru­pa­ción APC2 (de la que nues­tra or­ga­ni­za­ción es miem­bro) ha le­van­ta­do la ban­de­ra de la vio­len­cia de gé­ne­ro en In­ter­net, ha­cien­do cam­pa­ñas pú­bli­cas como Take Back The Tech. La ONU tam­bién ha com­pren­di­do la gra­ve­dad del asun­to a tra­vés de Women should.

Asi­mis­mo, ace­le­ra­da­men­te nos acer­ca­mos a prác­ti­cas como el “re­ven­ge porn”, el “cy­bers­tal­king”, el chan­ta­je con ma­te­rial com­pro­me­te­dor o el ya ex­ten­di­do ma­chis­mo en una serie de redes so­cia­les con in­clu­so “lí­de­res de opi­nión” de­di­ca­dos a di­ri­mir sobre el as­pec­to fí­si­co de las mu­je­res, cues­tio­nar la per­ti­nen­cia de la igual­dad de de­re­chos y el ata­que des­in­for­ma­do al fe­mi­nis­mo.

En De­re­chos Di­gi­ta­les cree­mos que hoy en­fren­ta­mos va­rios desa­fíos en esta área, que par­ten por re­co­no­cer que mu­chos casos de vio­len­cia en en­tor­nos di­gi­ta­les son lisa y lla­na­men­te vio­len­cia de gé­ne­ro.

Desde una pers­pec­ti­va de de­re­chos fun­da­men­ta­les, estos casos im­pli­can afec­tar la pri­va­ci­dad de va­rios gru­pos so­cia­les mar­gi­na­dos sin que exis­ta nin­gún atis­bo de in­te­rés pú­bli­co, de hecho, todo lo con­tra­rio. En ese con­tex­to, es más ne­ce­sa­rio que nunca en­ten­der a In­ter­net como un es­pa­cio po­lí­ti­co que no es ajeno a la ideo­lo­gía y, por tanto, los es­fuer­zos de la so­cie­dad deben di­ri­gir­se a con­tri­buir a una red igua­li­ta­ria y fe­mi­nis­ta.

*Ar­tícu­lo con co­la­bo­ra­ción de Paz Peña.

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