Entre el 6 y 9 de mayo, la FAO organizó su 33ª conferencia
regional para América Latina y el Caribe en Santiago de Chile. Representada por HUBERT LINDERS, CI participó activamente durante el evento.
Alrededor de los seis meses previos a la conferencia, se
redactaron documentos para ser discutidos en los primeros días donde participaron
funcionarios de alto nivel de los gobiernos que conforman la FAO.
Es aquí donde hay espacio para incidir también como sociedad civil y es donde CI intervino para cambiar en el informe final el punto 22, destacando la importancia de incluir los consumidores.
Es aquí donde hay espacio para incidir también como sociedad civil y es donde CI intervino para cambiar en el informe final el punto 22, destacando la importancia de incluir los consumidores.
Dos días antes de la conferencia, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (en la que CI tiene un representante a nivel global) organizó una consulta de la sociedad civil, la IV Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria.
En ella participaron unas 70 personas de diversas
organizaciones de base de pequeños productores/as, pescadería, sindicatos de
trabajadores agrícolas, campesinos/as, mujeres, indígenas, jóvenes, etc., todas
preocupadas por la seguridad alimentaria y la producción de alimentos a pequeña
escala.
En América Latina, estos pequeños productores/as producen
más de la mitad de los alimentos disponibles. Sin embargo, viven generalmente
en condiciones precarias: pobreza, bajos niveles educacionales, con poco acceso
a la tierra en que trabajan, así como al agua, producto de los procesos de
privatización, globalización y políticas nacionales que promueve el modelo de
producción a gran escala y los monocultivos, con su peligro para la
biodiversidad, medio ambiente, sostenibilidad y cambio climático.
Sólo hay que pensar en el sobreuso de agrotóxicos,
antibióticos, biotecnología apuntando a la modificación genética, entre otros
factores.
Por eso, no es de sorprender que las organizaciones rechazaran en su totalidad el documento sobre el
desarrollo inclusivo y eficiente de la agricultura de la conferencia de la FAO
en que se refería a estos temas.
La nueva FAO
Así, se organizaron reuniones paralelas al programa oficial con
el director general de la FAO, José Graziano da Silva, y luego con Deep Ford, el
autor del documento, para que la sociedad civil pudiera expresar sus
preocupaciones. En estas reuniones el director general de la FAO escuchó los comentarios de cada
representante.
Con 5 nuevas líneas estratégicas y una nueva manera inclusiva de
trabajar, se habla de la “nueva FAO”. Estas nuevas líneas estratégicas son: ayudar a eliminar
el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición; lograr una agricultura
más productiva y sostenible; reducir la pobreza rural; fomentar sistemas
agrícolas y alimentarios integradores y eficientes y aumentar la resiliencia de
los medios de vida ante las catástrofes.
Mencionando la importancia del vínculo entre pequeños
productores, mercados locales, los consumidores y la necesidad de concientizar
los últimos sobre los desperdicios de alimentos, Da Silva dijo que el tema de
los consumidores se había perdido en los últimos años y nos invitó a hacer propuestas
de trabajo junto con la FAO, algo que fue confirmado por el director regional,
Raúl Benítez. Temas importantes serían los mercados locales y el desperdicio de
alimentos.
En ambas reuniones, los representantes de FAO estaban
básicamente de acuerdo con los comentarios. También destacaron que las ONG
tienen que entender que la FAO pasa por un proceso de cambio fuerte pero lento
en que se abrieron las puertas para la participación ciudadana, algo impensable
hace unos pocos años atrás. Todavía hay algunos gobiernos fuertemente
oponiéndose a la participación de la sociedad civil (Colombia, Ecuador y
Uruguay).
Y los nuevos temas
Un segundo cambio es que la FAO se está enfocando en nuevos
temas como, por ejemplo, la erradicación de la pobreza extrema, la soberanía
alimentaria, la agricultura familiar, mercados locales, género y juventud. Ya
no es solamente la agricultura (volúmenes productivos, etc.).
Con nuestra región avanzando mejor en superar la subalimentación
que el resto del mundo (unas 20 millones de personas salieron de este estado en
las últimas dos décadas), parece que los países están en buen camino. Sin
embargo, en América Latina y el Caribe todavía 47 millones de personas tienen
hambre, algo que es muy extraño considerando la cantidad de alimentos que es
exportada y que se pierde en el proceso de preparación de comida. Por esta
razón, la FAO está dando más espacio para el dialogo con todos los actores en
la cadena de producción de alimentos: gobiernos, industria, pequeños
productores, academia, ONG y consumidores.
Aunque no es una organización donante, la FAO tiene
proyectos de cooperación técnica a nivel nacional, y por su naturaleza y
contactos, puede ayudar en movilizar fondos, algo que puede ser beneficioso
para CI y sus miembros a nivel nacional y regional.
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