01 octubre, 2015

Avances en la reducción de la sal


Hace seis años, la Organización Panamericana de Salud (OPS) creó un Grupo de Expertos para desarrollar una estrategia y planes de acción con el objetivo de disminuir el consumo de sal. En 2012 terminó el mandato de este grupo y se estableció un Grupo de Consejo Técnico para seguir en el mismo camino. 

En la primera semana de septiembre de 2015 se cerró el trabajo de este último grupo, y ahora la OPS está promoviendo la creación de un tercer grupo que utilizará los procesos llevados a cabo para continuar con los éxitos logrados e invitar a más países a crear planes de acción para reducir el consumo de sodio.

Uno de estos logros, escribe HUBERT LINDERS, encargado de Proyectos y Recaudación de Fondos de CI, "fue la formación de un consorcio de industria, academia, sociedad civil y gobiernos, el SaltSmart Consortium que tuvo su cuarta reunión a mediados de septiembre para evaluar los avances y planificar nuevas actividades".
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Las áreas de trabajo de estos grupos fueron  la comunicación y abogacía sobre el tema, vigilancia o monitoreo de acciones de países y apoyo para desarrollar planes, cronogramas y límites, entrar en conversaciones con la industria alimentaria (para reformular sus productos), sincronizar la reducción del consumo de sal por un lado y el refuerzo de sodio con yodo por otro, el uso de “marketing social” para cambiar los hábitos alimenticios de consumidores y la investigación científica.

Los resultados de su trabajo han mostrado cada vez más claro que el sobreconsumo de sal está estrechamente relacionado con la hipertensión y otras enfermedades crónicas como las dolencias cardiovasculares, cerebrovasculares, cálculos renales y osteoporosis.

Últimamente, se ha encontrado que el sobreconsumo de sal aumenta también la posibilidad de contraer diabetes y padecer obesidad.

Un gran problema de la hipertensión es que no muestra síntomas muy claros y puede resultar en graves complicaciones como infartos cerebrales o enfermedades cardiovasculares y por último la muerte. Por esta razón la llaman el “asesino silencioso”.

En las Américas, ya hay actividades en 20 países para reducir el consumo de sodio. Doce de ellos tienen planes a nivel nacional. En cuatro países del Caribe se está investigando cómo cambiar las costumbres de comer alimentos salados , aparte de agregar sal en la mesa, mediante programas de marketing social.

A nivel regional se establecieron límites máximos del contenido de sal en categorías seleccionadas de alimentos que recién fueron adoptados por los países del Mercosur, además de Bolivia y Chile.

Brasil y Chile utilizan acuerdos voluntarios entre industria y gobiernos, mientras Colombia, México, Uruguay y Costa Rica son otros países con actividades.

Argentina, Ecuador y Chile han legislado sobre el etiquetado de alimentos,  y Paraguay legisló sobre el contenido de sal en el pan. Este último es uno de los componentes de nuestra dieta que aporta más sal, por lo que se puede ganar bastante al disminuir la sal en su producción.

Contrario al azúcar, el gusto por alimentos salados se puede desacostumbrar si es un proceso paulatino. Lo extraño es que muchos consumidores piensan que los productos bajos en sodio también son “bajos en sabor”. Ello explica parcialmente la resistencia inicial que se vio cuando ciudades como Buenos Aires, Ciudad de México y Montevideo decidieron prohibir los saleros en los restaurantes, mientras que en Santiago de Chile esta medida no se logró.

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