27 octubre, 2014

El propósito de la chatarra (Segunda parte)




Segunda parte del artículo de ALEJANDRO CALVILLO, Director Ejecutivo de El Poder del Consumidor de México. Aquí el dirigente establece que la comida chatarra ha logrado su finalidad: venderse más, consumirse más y con ingredientes más baratos y que domina gran parte de la dieta de la población mexicana. No obstante, sus costos “son muy altos, insostenibles”.


Parte de las políticas que deben implementarse para combatir esta epidemia se están estableciendo en México pero requieren una voluntad política consistente, dice Calvillo.
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Danone se sorprende cuando enlistamos el Danonino bebible entre la comida chatarra, un producto que tiene tres cucharadas cafeteras de azúcar en una botellita de tan sólo 170 gramos. 

Argumenta Danone que tiene calcio, respondemos que este producto tiene menos del biodisponible para el organismo que el contenido en una tortilla de maíz y que las tres cucharadas cafeteras de azúcar que contiene alcanzan el 100% del máximo tolerable de este ingrediente para un niño de acuerdo a las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón.

Otro buen ejemplo son los cereales, hay que recordar que los cereales integrales, y todo cereal debería ser integral para llamarse así, han sido la base del desarrollo de las grandes civilizaciones. 

El “cereal” más comercializado en México para los niños, al que no deberíamos llamar cereal, son las Zucaritas. Este producto ha sustituido el consumo de cereales integrales como la avena y el amaranto. El 40% de su peso es azúcar y el resto es harina refinada, además de una importante cantidad de sodio añadida. Su composición es similar a la de las galletas dulces. ¿Les daría de desayunar a sus hijos galletas? 

La pobre composición de las Zucaritas trata de ocultarse con la adición de vitaminas y minerales. Por su alto contenido de azúcar y su combinación con el sodio, las Zucaritas tienen un alto potencial para generar descargas de dopamina, sus compuestos permiten que sean atractivamente crujientes, su publicidad hace suponer a los padres que se trata de una opción saludable por las vitaminas y minerales que contiene, el Tigre Toño engaña bien a los niños haciéndoles suponer que el consumo del producto los hace grandes y fuertes, “con garra”. 

La maquinaria publicitaria

Frente al diseño realizado por los ingenieros de alimentos de Kellog´s, frente a la comercialización y penetración del producto en cientos de miles de puntos de venta en el país y frente a la publicidad multimillonaria de este producto que penetra y vuelve al Tigre Toño, entre los niños mexicanos, un personaje más reconocido que cualquier héroe de la historia del país: frente a toda esa estrategia nada tienen que hacer la avena y el amaranto. 

Lo mismo ocurre por ejemplo con el frijol, con los quelites, con los platillos tradicionales: no cuentan con la maquinaria publicitaria para volverlos atractivos.  

El Estado mexicano, a diferencia del francés, italiano o japonés, no ha tenido ninguna política de apoyo a la producción y la revalorización de los alimentos básicos de la dieta tradicional mesoamericana, tan rica como la mediterránea o japonesa, la alimentación se ha dejado a las manos del mercado. 

Este tipo de productos ultraprocesados y su dieta alta en azúcares, grasas y sal, se ha extendido a todos los rincones del planeta. En este proceso de poco más de 50 años se han deteriorado los hábitos alimentarios de la población humana provocando una epidemia global de sobrepeso, obesidad y diabetes que no había ocurrido antes en la historia de la humanidad.

Dieta occidentalizada

La doctora Margaret Chan, secretaria general de la Organización Mundial de la Salud, opinó recientemente al respecto: “Debido a la presión del agresivo mercado de la industria sobre los países de todo el mundo, las personas cambian de una dieta tradicionalmente saludable a una dieta occidentalizada, con su fuerte dependencia de alimentos altamente procesados

Estos alimentos son ricos en grasa, azúcar y sal, pero bajos en nutrientes esenciales. Son además económicos y convenientes, con su prolongado tiempo de conservación y un sabor casi irresistible… Como resultado, la comida chatarra se está convirtiendo en el nuevo alimento básico mundial”. 

El fin o propósito de la chatarra es tener mayor vida en el anaquel, venderse más, consumirse más y con ingredientes más baratos. Su fin se ha logrado, la chatarra domina gran parte de la dieta, en nuestro país una parte muy importante. Los resultados están ahí. Los costos son muy altos, insostenibles. 

Implementación de políticas

Parte de las políticas que deben implementarse para combatir esta epidemia se están estableciendo en México (medidas fiscales; protección del entorno de los niños, escuelas y publicidad; etiquetados más útiles en los alimentos) y faltan otras que son básicas: apoyo a los pequeños y medianos productores, fortaleciendo los mercados locales y regionales; intervenir como un comprador y distribuidos más en el mercado para regular a los monopolios y los intermediarios especuladores; impulsar políticas de disposición y acceso a alimentos del campo, así como campañas de revalorización de nuestros alimentos tradicionales.

Desgraciadamente falta mucho por hacer y no se ve la voluntad de impulsar una política de fondo. Las regulaciones propuestas a la publicidad dirigida a la infancia, al etiquetado y un sello distintivo se han elaborado a partir de criterios desarrollados por las propias empresas. 

La propia Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris ) tiene el descaro de reconocer que estos criterios se han tomado del pledge europeo haciendo pensar que se trata de criterios desarrollados por los gobiernos europeos cuando fueron elaborados por la propia industria (www.eu-pledge.eu > ir). 

La efectividad de las medidas queda en entredicho, a medio camino, y sabemos que las regulaciones a medias no tienen efecto.

Etiquetados frontales obligatorios que no entienden los consumidores mexicanos; sellos nutrimentales para promover el consumo bebidas y alimentos altos en calorías, algunos de ellos gravados con un impuesto por contribuir a al sobrepeso y la obesidad; y regulaciones a la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a los niños extremadamente laxas, realizadas con los criterios desarrollados por las mismas empresas a las que se pretende regular.

El poder económico

Como lo señala la doctora Chan en relación a las medidas que hay que desarrollar para prevenir esta epidemia: “La prevención es tan difícil porque los poderosos intereses económicos manejan la globalización de estilos de vida no saludables. El dinero habla, ¿no es así? El poder económico se traduce fácilmente en poder político. Los argumentos económicos ganan en muchos casos en demasiados países”. 

Y esto es lo que pasó en Cofepris, quien habló fue el poder económico, quien determinó los criterios fueron las empresas; los institutos de nutrición y salud pública, y la academia nacional de medicina, simplemente, nunca fueron consultados.

Veremos como Cofepris multa a un grupo de empresas por publicitar comida chatarra en los horarios regulados de tv y las películas para niños, como un acto de autoridad frente a estas empresas. 

Sin embargo, lo importante es evaluar qué es lo que se permite siga siendo publicitado, evaluar la fortaleza o debilidad de la regulación. Lo que sabemos es que las regulaciones débiles, a medias, no tienen efecto, en muchos casos son similares a su inexistencia. Esto es lo primordial, más allá de las formas y apariencias.(FIN)

Lea la primera parte de este artículo


Artículo publicado originalmente en SinEmbargo.mx > ir

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