Segunda
parte del artículo de ALEJANDRO CALVILLO, Director Ejecutivo de El Poder del
Consumidor de México. Aquí el dirigente establece que la comida chatarra ha logrado su finalidad: venderse más,
consumirse más y con ingredientes más baratos y que domina gran parte de la dieta de la población mexicana. No obstante, sus costos “son muy altos, insostenibles”.
Parte de las políticas que deben implementarse para combatir esta
epidemia se están estableciendo en México pero requieren una voluntad
política consistente, dice Calvillo.
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Danone se sorprende cuando enlistamos el Danonino bebible entre la comida chatarra, un producto que tiene tres cucharadas cafeteras de azúcar en una botellita de tan sólo 170 gramos.
Argumenta Danone que tiene calcio,
respondemos que este producto tiene menos del biodisponible para el organismo
que el contenido en una tortilla de maíz y que las tres cucharadas cafeteras de
azúcar que contiene alcanzan el 100% del máximo tolerable de este ingrediente
para un niño de acuerdo a las recomendaciones de la Asociación Americana del
Corazón.
Otro buen
ejemplo son los cereales, hay que recordar que los cereales integrales, y todo
cereal debería ser integral para llamarse así, han sido la base del desarrollo
de las grandes civilizaciones.
El “cereal” más comercializado en México para
los niños, al que no deberíamos llamar cereal, son las Zucaritas. Este
producto ha sustituido el consumo de cereales integrales como la avena y el
amaranto. El 40% de su peso es azúcar y el resto es harina refinada, además
de una importante cantidad de sodio añadida. Su composición es similar a la de
las galletas dulces. ¿Les daría de desayunar a sus hijos galletas?
La pobre
composición de las Zucaritas trata de ocultarse con la adición de vitaminas y
minerales. Por su alto contenido de azúcar y su combinación con el sodio, las
Zucaritas tienen un alto potencial para generar descargas de dopamina, sus
compuestos permiten que sean atractivamente crujientes, su publicidad hace
suponer a los padres que se trata de una opción saludable por las vitaminas y
minerales que contiene, el Tigre Toño engaña bien a los niños haciéndoles
suponer que el consumo del producto los hace grandes y fuertes, “con garra”.
La maquinaria publicitaria
Frente al diseño realizado por los ingenieros de alimentos de Kellog´s, frente
a la comercialización y penetración del producto en cientos de miles de puntos
de venta en el país y frente a la publicidad multimillonaria de este producto
que penetra y vuelve al Tigre Toño, entre los niños mexicanos, un personaje más
reconocido que cualquier héroe de la historia del país: frente a toda esa
estrategia nada tienen que hacer la avena y el amaranto.
Lo mismo ocurre por
ejemplo con el frijol, con los quelites, con los platillos tradicionales: no
cuentan con la maquinaria publicitaria para volverlos atractivos.
El Estado
mexicano, a diferencia del francés, italiano o japonés, no ha tenido ninguna
política de apoyo a la producción y la revalorización de los alimentos básicos
de la dieta tradicional mesoamericana, tan rica como la mediterránea o japonesa,
la alimentación se ha dejado a las manos del mercado.
Este tipo de
productos ultraprocesados y su dieta alta en azúcares, grasas y sal, se ha
extendido a todos los rincones del planeta. En este proceso de poco más de 50 años se han deteriorado los hábitos
alimentarios de la población humana provocando una epidemia global de
sobrepeso, obesidad y diabetes que no había ocurrido antes en la historia
de la humanidad.
Dieta occidentalizada
La doctora Margaret
Chan, secretaria general de la Organización Mundial de la Salud, opinó
recientemente al respecto: “Debido a la presión del agresivo mercado de la
industria sobre los países de todo el mundo, las personas cambian de una dieta
tradicionalmente saludable a una dieta occidentalizada, con su fuerte
dependencia de alimentos altamente procesados.
Estos alimentos son ricos en
grasa, azúcar y sal, pero bajos en nutrientes esenciales. Son además económicos
y convenientes, con su prolongado tiempo de conservación y un sabor casi
irresistible… Como resultado, la comida chatarra se está convirtiendo en el
nuevo alimento básico mundial”.
El fin o
propósito de la chatarra es tener mayor vida en el anaquel, venderse más,
consumirse más y con ingredientes más baratos. Su fin se ha logrado, la
chatarra domina gran parte de la dieta, en nuestro país una parte muy
importante. Los
resultados están ahí. Los costos son muy altos, insostenibles.
Implementación de políticas
Parte de las
políticas que deben implementarse para combatir esta epidemia se están
estableciendo en México (medidas fiscales; protección del entorno de los
niños, escuelas y publicidad; etiquetados más útiles en los alimentos) y faltan
otras que son básicas: apoyo a los pequeños y medianos productores,
fortaleciendo los mercados locales y regionales; intervenir como un comprador y
distribuidos más en el mercado para regular a los monopolios y los
intermediarios especuladores; impulsar políticas de disposición y acceso a
alimentos del campo, así como campañas de revalorización de nuestros alimentos
tradicionales.
Desgraciadamente
falta mucho por hacer y no se ve la voluntad de impulsar una política de
fondo. Las regulaciones propuestas a la publicidad dirigida a la infancia,
al etiquetado y un sello distintivo se han elaborado a partir de criterios
desarrollados por las propias empresas.
La propia Comisión Federal
para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris ) tiene el descaro de reconocer que
estos criterios se han tomado del pledge europeo haciendo pensar que se trata
de criterios desarrollados por los gobiernos europeos cuando fueron elaborados
por la propia industria (www.eu-pledge.eu > ir).
La
efectividad de las medidas queda en entredicho, a medio camino, y sabemos que las
regulaciones a medias no tienen efecto.
Etiquetados frontales obligatorios
que no entienden los consumidores mexicanos; sellos nutrimentales para promover
el consumo bebidas y alimentos altos en calorías, algunos de ellos gravados con
un impuesto por contribuir a al sobrepeso y la obesidad; y regulaciones a la
publicidad de alimentos y bebidas dirigida a los niños extremadamente laxas,
realizadas con los criterios desarrollados por las mismas empresas a las que se
pretende regular.
El poder económico
Como lo
señala la doctora Chan en relación a las medidas que hay que desarrollar para
prevenir esta epidemia: “La prevención es tan difícil porque los poderosos
intereses económicos manejan la globalización de estilos de vida no saludables.
El dinero habla, ¿no es así? El poder económico se traduce fácilmente en poder
político. Los argumentos económicos ganan en muchos casos en demasiados
países”.
Y esto es lo que pasó en Cofepris, quien habló fue el poder económico,
quien determinó los criterios fueron las empresas; los institutos de nutrición
y salud pública, y la academia nacional de medicina, simplemente, nunca fueron
consultados.
Veremos como
Cofepris multa a un grupo de empresas por publicitar comida chatarra en los
horarios regulados de tv y las películas para niños, como un acto de autoridad
frente a estas empresas.
Sin embargo, lo importante es evaluar qué es lo que se
permite siga siendo publicitado, evaluar la fortaleza o debilidad de la
regulación. Lo que sabemos es que las regulaciones débiles, a medias, no
tienen efecto, en muchos casos son similares a su inexistencia. Esto es lo
primordial, más allá de las formas y apariencias.(FIN)
Lea la primera parte de este artículo
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Artículo publicado originalmente en SinEmbargo.mx > ir
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