Hubert Linders de CI analiza el agua desde diversos enfoques tras participar en dos reuniones, una sobre políticas tarifarias y regulatorias, y otra sobre gestión comunitaria de este recurso.
Lo paradójico, dice, "es que según comentarios en ambas reuniones muchos consumidores aparentemente
no tienen recursos para pagar la factura del agua, mientras tienen televisores
plasma y teléfonos celulares de última generación. Resisten que suban las
tarifas, basándose en que el acceso al agua es un derecho humano. Sin embargo,
no ven que pagan por el servicio y no por el agua en sí misma".
Hace poco participé en
dos reuniones sobre agua, con perspectivas muy distintas pero con el derecho al
agua potable y saneamiento en común. La primera reunión fue organizada por
CEPAL, el 8 de julio, con el tema “Políticas Tarifarias y Regulatorias en el
marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y el derecho humano al
agua y saneamiento”.
Fue una reunión con
mucha información porque todos los entes reguladores invitados querían contar
sus experiencias muy diversas. En algunos países ni siquiera existe un ente
regulador, en otros reguladores no disponen de recursos para contratar personal
adecuadamente capacitada y/o no tiene suficiente independencia para hacerse
cargo de su importante labor. En varios países, la regulación se formó en los
años en que querían privatizar el suministro del agua y generalmente sin
consultar a los usuarios, así protegiendo los intereses del sector privado.
En algunos países,
donde los gobiernos anteriores habían privatizado el suministro de agua potable,
están dando pasos atrás. Argentina, por ejemplo, está re-estatizando el
servicio en ciertos casos, mientras Colombia mostró la falta del desempeño de las
empresas privadas comparado con las públicas o públicas-privadas.
Otro tema fue el
acceso al agua como parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. América
Latina está en camino de lograr reducir a la mitad la gente que no tenía acceso
al agua en 2005 para 2015, aunque uno de cada cinco países probablemente no lo
logrará. La situación acerca del saneamiento es bastante peor: 54% de los
países probablemente no lograrán el objetivo puesto en los ODM. Tiene mucho
impacto en la salud de niños de menos de 5 años. Mundialmente muere un niño
cada 21 segundos por falta de acceso a agua y saneamiento, reconocido por la
ONU como un derecho humano.
Este derecho al agua y
saneamiento, no significa que el acceso tenga que ser gratis. Más aún porque
eso no incentivaría al uso sustentable del agua. Sin embargo, hay que buscar
formas de subsidiar a los ciudadanos más vulnerables sin acceso al agua de
tubería, pagando mucho más por agua embotellada o que llega en aljibes. Aparte
de efectos en salud, también la falta del agua afecta a la educación, porque
los niños faltan más la escuela y especialmente las niñas están encargadas de
conseguir el agua. A su vez disminuye las posibilidades de estas familias de
salir de la pobreza. Por lo tanto, invertir en acceso al agua tiene muchos
efectos positivos.
A finales de julio, llegaron
más de 400 personas al IV Encuentro Latinoamericano de Gestión Comunitaria del
Agua, en Paraguay, organizado por AVINA. Allí se discutieron los problemas que
tienen las organizaciones comunitarias de servicios de agua y saneamiento
(OCSAS). De estas hay unas 80,000 en
América Latina. Juntas suministran agua a más de 40 millones de consumidores,
mayoritariamente en zonas rurales y peri-urbanas. En algunos países las OCSAS
suministran agua a 25%–40% de la
población.
Llegaron
representantes de OCSAS desde 14 países latinoamericanos, aparte de algunas
agencias de cooperación internacional que se preocupan por el acceso al agua. Son
organizaciones de base, casi siempre conformadas por voluntarios que trabajan
para mejorar el acceso al agua de sus comunidades. Les falta a veces la capacidad
técnica, herramientas, conocimiento o no tienen acceso a cloro para desinfectar
el agua. La idea del encuentro es juntarlas e intercambiar experiencias,
apoyarse entre ellas y presentar los avances de los proyectos durante el año
pasado.
La solidaridad es su
fuerte por que funcionan en comunidades pobres. Al mismo momento puede ser una
debilidad. ¿Qué hacer si una familia no puede pagar la tarifa mínima del uso
del agua? Los ingresos de las OCSAS son necesarios para mantener el sistema de
suministro funcionando, pero cuando no hay micro-medidores, es difícil
establecer el consumo y decidir cortar el servicio. Pero con cifras de 40% de
usuarios morosos, también les falta capital para invertir y mejorar estos
sistemas o aumentar las conexiones.
Lo extraño y paradójico
es que, según comentarios en ambas reuniones, muchos consumidores aparentemente
no tienen recursos para pagar la factura del agua, mientras tienen televisores
plasma y teléfonos celulares de última generación. Resisten que suban las
tarifas, basándose en que el acceso al agua es un derecho humano. Sin embargo,
no ven que pagan por el servicio y no por el agua en sí misma. Es aquí donde los pequeños
proveedores, entes reguladores, junto a organizaciones de consumidores tienen
que educar a los usuarios que también tienen obligaciones.
Es obvio que es una
solución parcial al problema del acceso al agua. En las ciudades funcionan
empresas grandes proveyendo el agua. Donde los entes reguladores no pueden
fiscalizar los servicios, no tienen acceso a la información necesaria o no
pueden actuar legalmente en caso de no cumplimiento, en general los
consumidores son las víctimas de un servicio deficiente. Allí también es
necesario que los miembros de CI tomen posiciones, porque el tema de agua sigue
siendo un tema importante para los consumidores en nuestra región, sea en las
ciudades o en las áreas rurales o peri-urbanas.
1 comentario:
El acceso al agua potable sigue siendo un tema pendiente, sobre todo para los países en vías de desarrollo. Y esto por varios motivos, no sólo por el acceso al agua sino por la relación que los consumidores tienen para con ella. La necesidad de que el suministro de agua potable sea pagado no sólo se justifica porque este sea un servicio, sino porque las personas en muchos casos carecen de formación económica que les permita abstraerse del dinero que deben pagar por la cantidad de agua que utilizan mensualmente y hacer un análisis a largo plazo en el que tomen conciencia de que mal gastar este recurso natural es el peor negocio a futuro para ellos mismos. Si tomamos conciencia de ello, no sólo logramos cambiar nuestras prácticas de modo individual sino que también seremos capaces como sociedad de exigir a los grandes grupos económicos que tengan una utilización responsable del agua (porque entiendo que si queremos preservar este recurso natural a futuro no sólo dependerá de mí sino del cambio que logré generar también de terceros que la consumen y en mayor medida que un ciudadano de a pie, como por ejemplo lo hacen las empresas).
Sin ir más lejos actualmente en Chile existen 79 zonas declaradas en emergencia agrícola por sequía, en gran parte producida porque las grandes empresas sacan más cantidad de agua de la que tienen permitida (usurpación de aguas) dejando los cauces y napas subterráneas secas. Si bien ésta no es agua potable sigue siendo parte del problema y una tarea pendiente para la sociedad civil.
Macarena Solís de Ovando Gómez.
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