31 enero, 2014

Protección de datos personales: fin a la inocencia ahora!

Hoy, cuan­do los ser­vi­cios ba­sa­dos en In­ter­net son prác­ti­ca­men­te om­ni­pre­sen­tes, se hace más ne­ce­sa­rio que nunca ad­qui­rir con­cien­cia del valor de nues­tra pri­va­ci­dad, escribe Paz Peña, Directora de Comunicaciones de la ONG chilena Derechos Digitales.

"De­be­mos ser no­so­tros mis­mos los pri­me­ros en pro­te­ger­la, ya sea me­dian­te la ges­tión res­pon­sa­ble de la in­for­ma­ción que com­par­ti­mos en la red, como en nues­tro rol de ciu­da­da­nos, exi­gien­do que el Es­ta­do y los pri­va­dos ga­ran­ti­cen la pro­tec­ción de nues­tros datos".

Más que una anécdota

Una simple foto subida a Instagram fue suficiente para usurpar los datos de una joven chillaneja.

Todo co­men­zó con una inocen­te foto en Ins­ta­gram.  Un sim­ple pan­ta­lla­zo de la pos­tu­la­ción a la ca­rre­ra de De­re­cho, subido como un acto ce­le­bra­to­rio por un buen pun­ta­je en la PSU, fue todo lo que se ne­ce­si­tó para casi aca­bar con los sue­ños de una in­cau­ta es­tu­dian­te chi­lla­ne­ja. Mo­ti­va­da por un “pro­fun­do des­pre­cio”, otra joven uti­li­zó los datos que apa­re­cían en la ima­gen para can­ce­lar la so­li­ci­tud uni­ver­si­ta­ria de su con­trin­can­te.

Lo que en mu­chos me­dios fue to­ma­do como una suer­te de anéc­do­ta entre dos ri­va­les, es un caso  algo más com­ple­jo desde una pers­pec­ti­va de de­re­chos. Según es­ta­dís­ti­cas del de­par­ta­men­to de Ci­ber­cri­men de la Po­li­cía de In­ves­ti­ga­cio­nes chi­le­na, las de­nun­cias por usur­pa­ción de nom­bre en In­ter­net en 2013 se in­cre­men­ta­ron en un 49,4% res­pec­to del año an­te­rior y con­ti­núan en au­men­to.

Las herramientas

El pri­mer pro­ble­ma es de ín­do­le tec­no­ló­gi­co: no es tan fácil para un soft­wa­re va­li­dar con ab­so­lu­ta cer­te­za la iden­ti­dad de una cuen­ta. Di­fí­cil, aun­que no im­po­si­ble, y hoy son mu­chos los ser­vi­cios que pro­veen he­rra­mien­tas cada vez más se­gu­ras para evi­tar la usur­pa­ción de nom­bre; es el caso de Goo­gle o Drop­box, que ofre­cen ve­ri­fi­ca­ción de dos pasos.

En ser­vi­cios com­ple­jos que ma­ne­jan datos per­so­na­les en In­ter­net, este tipo de  he­rra­mien­tas de ve­ri­fi­ca­ción de iden­ti­dad de­be­ría ser la ten­den­cia. La pre­gun­ta es cuán se­gu­ros son los ser­vi­cios web so­por­ta­dos en Chile. Sin ir más lejos, el DEMRE (De­par­ta­men­to de Eva­lua­ción, Me­di­ción y Re­gis­tro Edu­ca­cio­nal de la Uni­ver­si­dad de Chile), que ma­ne­ja las pos­tu­la­cio­nes uni­ver­si­ta­rias de miles de es­tu­dian­tes chi­le­nos, se mos­tró ex­tre­ma­da­men­te vul­ne­ra­ble, al no pro­veer un me­ca­nis­mo extra de va­li­da­ción de iden­ti­dad, como por ejem­plo, una con­tra­se­ña que se en­tre­gue apar­te.

Hoy son mu­chos los ser­vi­cios que dis­po­nen de he­rra­mien­tas cada vez más se­gu­ras para evi­tar la usur­pa­ción de nom­bre en In­ter­net.

¿Nosotros?

Pero no toda la res­pon­sa­bi­li­dad puede caer en los pro­vee­do­res de ser­vi­cios en la red. Somos no­so­tros, los mis­mos usua­rios, los que de­be­mos hacer nues­tra parte al mo­men­to de cui­dar los datos per­so­na­les que pu­bli­ca­mos en In­ter­net.

¿Cuán se­gu­ro es pu­bli­car tu geo­lo­ca­li­za­ción en Twit­ter? ¿Es co­rrec­to pu­bli­car las fotos de mis ami­gos de forma abier­ta y sin su au­to­ri­za­ción? ¿Cum­ple tal sitio con los es­tán­da­res de se­gu­ri­dad mí­ni­mos para res­guar­dar los datos per­so­na­les que me está pi­dien­do? Al­gu­nas pis­tas para pro­te­ger nues­tra pri­va­ci­dad las pue­des en­con­trar acá sobre los sitios web; en telefonía celular y usando el anonimato.

Perder la inocencia

Por úl­ti­mo, un eco­sis­te­ma ade­cua­do para la pro­tec­ción de nues­tros datos per­so­na­les, pasa tam­bién por cómo los ciu­da­da­nos, cons­cien­tes de la im­por­tan­cia de cui­dar su vida pri­va­da, no solo des­plie­gan me­di­das para pro­te­ger­la, sino que ade­más exi­gen res­guar­dos, tanto al mer­ca­do como al Es­ta­do.

En de­fi­ni­ti­va, es hora de que per­da­mos la inocen­cia y com­pren­da­mos al menos tres cosas: uno, no po­de­mos subir cual­quier in­for­ma­ción a la red; dos, no po­de­mos acep­tar que ser­vi­cios que ma­ne­jen datos per­so­na­les no ofrez­can ga­ran­tías para su pro­tec­ción; y tres, de­be­mos exi­gir a nues­tras au­to­ri­da­des el res­pe­to al de­re­cho fun­da­men­tal a nues­tra pri­va­ci­dad.

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