Eliana Guarani, de la organización italiana miembro de CI, Altroconsumo, explora las condiciones de producción tras el fruto más popular del mundo.
Las bananas o plátanos (llamados también guineos en algunos países), son la fruta más popular del mundo, y la que más se comercializa internacionalmente. La industria es una importante fuente de empleo e ingresos para millones de personas en los países en vías de desarrollo, pero demasiado frecuentemente se le asocia a su impacto económico, social y medioambiental negativo.
Al ser cada vez más quienes nos preocupamos ante lo que se oculta tras los alimentos que compramos, y como entidad defensora de los derechos de los consumidores, nuestra mirada sobre la ética del comercio de frutas tropicales también aumenta. CI examinó recientemente las condiciones al interior de la cadena de suministro de piñas, lo que nos condujo a un examen más detallado del comercio bananero, mayor en su conjunto.
El Foro Mundial Bananero (FMB) es el centro de actividades sobre este asunto. Se trata de una iniciativa de múltiples participantes orientada a mejorar las condiciones al interior de la cadena de suministro de bananas reuniendo a los productores, minoristas, sindicatos, ONG, académicos y exportadores para compartir las buenas prácticas y proponer soluciones a los problemas más urgentes.
Condiciones de trabajo
Cuando asistí a la Segunda conferencia del FMB en Ecuador, visité plantaciones de bananas en El Oro y Los Ríos. Fue particularmente interesante conocer el intenso uso de productos químicos en las áreas tanto de las plantaciones como de empaque.
Los trabajadores y las comunidades locales en torno a las plantaciones han informado sobre niveles cada vez mayores de enfermedades y piensan que esos químicos son los responsables.
Ellos dicen específicamente que los culpables son la falta de equipo de protección y las inadecuadas medidas para evitar la contaminación en las zonas circundantes.
Analizar estrategias para reducir el efecto negativo de los químicos sobre los seres humanos y sobre el medio ambiente es una prioridad importante del FMB, y en El Oro y Los Ríos se podía ver con toda claridad el por qué.
Pero los químicos no son la única cosa que supone riesgos para la salud en una plantación de bananas. El peso de un racimo de esos frutos es de unos 40 kilos. A los trabajadores en las áreas de empaque se les exige que trasladen cientos de esas cajas bananeras (cada una pesa 18 kilos) cada día.
Pero a los trabajadores se les paga una miseria y en muchos casos no ganan lo suficiente como para satisfacer las necesidades básicas de sus familias, aún cuando trabajen 12 horas diarias.
Las mujeres en las plantaciones bananeras
Asistí también a una reunión enfocada específicamente en las condiciones de trabajo de las mujeres. Unas 30 mujeres procedentes de más de 15 países compartieron sus experiencias y puntos de vista. Fue impactante constatar que muchos de los problemas que enfrentan las mujeres son comunes más allá de sus fronteras nacionales.
Por ejemplo, para las mujeres es más difícil que para los hombres ser contratadas por los productores de bananas, aunque fácilmente podrían ser empleadas en el área de lavado, y es frecuente que las despidan cuando se embarazan. Estos problemas hacen que sea mucho más difícil para las mujeres de los principales países exportadores de bananas realizar aportes importantes al sustento de sus familias.
Papel de los consumidores
No fue para nada inusual escuchar que los consumidores son utilizados como una justificación para evitar la responsabilidad de introducir mejoras en las condiciones de la cadena de suministro.
Uno de los argumentos más recurrentes es que los altos costos se deben a un mayor precio que se impone a los consumidores, los cuales, a su vez, hacen que baje la demanda, lo que finalmente provoca que nadie resulte beneficiado.
Pero en realidad, algunos estudios realizados en diversos países de la Unión Europea demuestran que los consumidores están dispuestos a pagar más por productos más sostenibles.
En todo caso, el aumento del precio suele ser insignificante. Se estima que los trabajadores de las plantaciones reciben apenas entre el 3% y 4% del precio minorista final que pagan los consumidores.
Aumentar esta participación a 5% implicaría pedir a los consumidores que paguen 0,05 euros más por cada kilo que compren, o bien pedirles a las empresas y supermercados que disminuyan sus ganancias en 1%.
Los consumidores son un sector fundamental
El FMB me demostró que participar en iniciativas con la intervención de muchos participantes puede resultar una estrategia conveniente para las organizaciones de consumidores.
Queda claro que la voz de los consumidores, que suele pasarse por alto en este tipo de plataformas, es muy respetada y apreciada por los demás participantes.
El FMB demuestra además cómo las iniciativas de múltiples sectores pueden ser una manera realmente eficaz de concentrarse en los problemas más relevantes y urgentes en un sector específico y en mejorar las metodologías utilizadas por las organizaciones de consumidores.
También es importante demostrar a los demás sectores, ya sean productores, exportadores,sindicatos, cadenas de supermercados, organizaciones intergubernamentales u ONG, que las organizaciones de consumidores están examinando la forma en que se producen los productos comprados por los consumidores.
Este examen puede desempeñar un papel esencial en la creación de mejores condiciones en la producción y el comercio, fomentando al mismo tiempo las asociaciones constructivas entre los participantes en el logro de metas comunes.
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