JUAN
TRÍMBOLI, Director de CI para América Latina y el Caribe, escribe a
continuación sobre el contenido de la movilización de las organizaciones de
consumidores de la región que colectivamente participaron en la campaña global
por el Día Mundial de los Derechos del Consumidor el pasado 15 de marzo.
La
jornada, estuvo dedicada a llamar la atención sobre las consecuencias
para la salud de la resistencia a los antibióticos. En este contexto, CI y sus
miembros llamaron a las mayores compañías de comida rápida del mundo a acordar
compromisos globales y a dejar de servir carne de animales tratada
rutinariamente con antibióticos usados en medicina humana.
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Una
vez más, el Día Mundial de los Derechos del Consumidor se celebró en nuestra
región con numerosas y diversas actividades impulsadas por las organizaciones
de consumidores. Las mismas resultaron en un aporte relevante para el éxito de
la campaña global que impulsa Consumers International y que pone en su centro
la exigencia a las cadenas globales de comida rápida de no vender carnes
tratadas habitualmente con antibióticos.
El
esfuerzo de nuestros miembros logró que se duplicara nuestra meta en el
Thunderclap, que las redes sociales se convirtieran en un instrumento masivo en
contenidos y creatividad, que varias filiales de las cadenas globales de comida
rápida en la región tuvieran que responder ante las exigencias que les hicieran
llegar nuestras organizaciones.
Lo
anterior, sumado a demostraciones públicas y participación en programas de
radio y televisión, se constituyó en un generador de conciencia ciudadana ante
un tema que está oculto y cuya gravedad no es todavía asumida en su verdadera
dimensión.
Tal
como ha ocurrido en otras oportunidades, este 15 de marzo fue la oportunidad de
enviar un mensaje claro al mundo empresarial acerca de la necesidad de poner
límites a prácticas comerciales que atentan contra la seguridad y la calidad de
vida de consumidores y consumidoras.
Las
empresas tienen que comportarse en forma transparente con los consumidores, no
siendo admisibles conductas que los dañen y si comenten esos daños tienen que
hacerse cargo de los mismos.
Toda
la experiencia internacional nos muestra que los mercados funcionan bien, tanto
desde un punto de vista económico como social, cuando el mundo empresarial
cumple con códigos de conducta que incluyen la prohibición, entre otras, de
aquellas prácticas que atentan contra la salud y la vida de las personas.
Y
el Estado tiene que disponer de competencias y facultades que le permitan
detener con eficacia los abusos que se cometen.
Las
organizaciones de consumidores de América Latina y el Caribe han vuelto a
demostrar, que más allá de obstáculos y limitaciones, son un factor decisivo
para que los mercados y las relaciones de consumo no sean un ámbito de abusos,
sino un lugar donde prime el trato responsable, respetuoso y equitativo.
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