A la par que la comida chatarra invade América Latina y el
Caribe, la epidemia de obesidad se desata en la región, escribe ALEJANDRO
CALVILLO, director de El Poder del Consumidor de México.
Para Calvillo está claro que existe una correlación entre el
aumento en el consumo de productos ultra procesados en cada país con el
incremento de los índices de sobrepeso y obesidad.
La sustitución de los alimentos naturales, procesados
mínimamente en las cocinas o ingeridos en estado natural, está siendo sustituida
aceleradamente por productos resultados de formulaciones creadas a partir de
sustancias extraídas de alimentos (grasas, almidones y azúcares).
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Diversos estudios señalan que entre más se consumen los productos
ultra procesados (PUP), que tienen la característica de contener altas
concentraciones de azúcares, grasas y sodio, más se abandonan los alimentos y
las dietas tradicionales y aumenta el índice de masa corporal (IMC) de las
personas.
En un documento presentado en estos días en la reunión de laOrganización Panamericana de la Salud (OPS) que se realiza esta
semana en Washington, y a la que asisten los representantes de todos los
ministerios de Salud del continente, se concluye que las bebidas azucaradas,
los snack y las comidas rápidas son los causantes principales de las
enfermedades y muertes que crecen más rápidamente en la región: la obesidad, la
diabetes, las enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres.
Un estudio realizado por la propia OPS mostró que de 1999 a
2013 las ventas per cápita de productos ultra procesados aumentó de forma
permanente en 12 naciones de la región, desplazando las dietas tradicionales
basadas en alimentos saludables (figura 1), a la vez que se encontró que el
aumento en el consumo de alimentos ultra procesados estaba asociado con un
aumento en el índice de masa corporal de los adultos en todos los niveles de
consumo.
El documento señala que no sólo el consumo de alimentos
saludables está asociado con la salud de las personas, reconoce también que la
sociabilidad que rodea a las comidas se asocia a la salud.
Desgraciadamente, la comida tradicional y el hábito de
convivir al comer se están perdiendo.
La sustitución de los alimentos
naturales, procesados mínimamente en las cocinas o ingeridos en estado natural,
está siendo sustituida aceleradamente por productos resultados de
“formulaciones creadas a partir de sustancias extraídas de alimentos (grasas.
almidones y azúcares). Incluyen una amplia gama de snack densos en energía,
cereales de desayuno endulzados, galletas y pasteles, bebidas azucaradas,
‘comida rápida’, productos animales reconstituidos y platos listos para
calentar”.
Un experto de la Organización Panamericana de la Salud, el
Dr. Enrique Jacoby, señala que la dieta tradicional que aún es fuerte en varias
naciones de la región, se formó en un largo proceso que tomó siglos,
constituyendo parte de nuestra cultura e identidad, siendo sustento de la
economía rural y de la biodiversidad agrícola.
El Dr. Jacoby indica que la introducción masiva de la comida
chatarra soportada en una invasiva publicidad, con etiquetados engañosos, con
formulaciones adictivas y con una imponente distribución está destruyendo esta
riqueza en el curso de solamente 20 a 30 años.
Frente a este proceso hay naciones ejemplares que se han
resistido manteniendo una fuerte valoración de su riqueza culinaria, de sus
dietas tradicionales. Un caso destacado es el de Italia donde han fracasado los
restaurantes de comida rápida que únicamente tienen como sus mayores clientes a
los turistas, otro caso es Francia y otro más Japón.
En todos los casos existe una fuerte valoración de sus
dietas tradicionales y no es de extrañar que estos países sean los que
presenten los menores índices de sobrepeso y obesidad entre las naciones de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
En México vemos el peor de los escenarios: nuestra población
es la que más consume refrescos, pastelillos, sopas instantáneas y botanas en
el mundo; a la vez que hemos reducido drásticamente el consumo de frijol (50%
menos en 20 años), de frutas y verduras (30% menos en 14 años) y abandonado el
consumo de amaranto y chía.
Tanto el frijol como el amaranto y la chía representan parte
de los alimentos con mayores cualidades nutritivas en el mundo. No ha existido
ninguna política para fortalecer la producción de estos alimentos y para
revalorizarlos entre la población. Los gobiernos federales, estatales y
locales, en cambio, realizan un sinnúmero de actividades en conjunto con las
grandes corporaciones de la comida chatarra ayudándoles a posicionarse aún más
de lo que hacen sus campañas multimillonarias de publicidad.
La figura 2 (ver más abajo) muestra los cambios en el índice de masa
corporal en América Latina en adultos en función de las ventas de productos ultra
procesados entre 1999 y 2009. Los países donde las ventas de productos ultra
procesados son menores y donde las dietas tradicionales prevalecen tienen un
promedio de IMC menor mientras que los países donde las ventas de esos
productos son mayores, como México y Chile, tienen un promedio de índice mayor.
Al igual que en Europa y Asia donde se pueden encontrar
países con economías desarrolladas con niveles más bajos de sobrepeso y
obesidad que el resto, en el caso de la región de América Latina y el Caribe se
encuentran naciones como Uruguay con un nivel de vida alto para la región con
menores índices de sobrepeso y obesidad que naciones como México con un nivel
de vida más bajo.
Al mismo tiempo, en naciones de más bajos ingresos se
observa como entre más aumenta el consumo de ultraporcesados se va
incrementando el sobrepeso y la obesidad entre la población, como Perú y todas
las demás naciones.
El documento señala la necesidad de políticas integrales que
vayan desde la producción hasta el consumo, que apoyen la producción y los
mercados locales y regionales de alimentos, que conviertan las opciones
saludables en accesibles para la población, que regulen la publicidad y los
etiquetados de alimentos de manera efectiva, promoviendo la preparación y las
habilidades culinarias en las familias, revalorizando la cocina tradicional.
Cuando el documento se refiere a las regulaciones de la
publicidad y del etiquetado de los productos, no se refiere a regulaciones
cosméticas como las que se han implantado recientemente en México.
Se refiere a
la regulación de todo tipo de publicidad de este tipo de productos, sin
importar el medio y las estrategias que utilizan las industrias para llegar a
los consumidores, en especial, a los niños y adolescentes. Se refiere a
etiquetados realmente útiles para los consumidores y no engañosos como los
establecidos por COFEPRIS.
Se trata de poner por delante el interés público y
no aprovechar la necesidad de estas políticas para conveniencia de pactos entre
corporaciones y funcionarios que sacrifican la salud de las personas por
intereses empresariales e individuales.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/30-09-2014/27717.
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