La presión sanguínea alta y la hipertensión solían ser
enfermedades de adultos. En los últimos años, con la epidemia de la obesidad
infantil cada vez más niños, niñas y jóvenes padecen esta enfermedad o
pre-hipertensión, escribe Hubert Linders, de CI.
Linders se refiere aquí a los más recientes estudios que han revelado cómo empresas de fórmulas lácteas y
alimentos industrializados para bebés violan normas de publicidad y etiquetado. También escribe sobre la gran cantidad de alimentos infantiles altos en sodio.
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Un informe mexicano de 2010 señala que casi 10% de los
jóvenes sufren de hipertensión arterial (HTA) con cifras que alcanzan
un 10% a 20% de jóvenes afectados a los 20 años ('Presión
arterial en adolescentes mexicanos: clasificación, factores de riesgo e
importancia', Rev. Salud Pública. 12 (4): 612-622, 2010 Ana L.
Salcedo-Rocha, Javier E. García de Alba y Margarita Contreras-Marmolejo).
Datos de Chile, también de 2010, muestran que el 19% de adolescentes eran pre-hipertensos y un
17% tenían hipertensión arterial, estadio 1.
En Estados Unidos un 21% de los niños entre 8 y 13 años ya tienen la presión alta.
Los riesgos para desarrollar esta dolencia, que si no se
controla se vuelve crónica, están vinculados con la obesidad, el sobrepeso y el
sedentarismo (también hay otros factores como la desnutrición "in
útero" y los antecedentes familiares).
Existe un imponente cuerpo de publicaciones científicas que
relacionan la presión arterial con el sobreconsumo de sal o sodio y la falta de consumo de frutas.
Por esta razón es chocante leer un artículo que encontró que
muchos alimentos para infantes contienen en promedio 70% más sodio que
debieran. El nivel de sodio recomendado para niños entre 12 y 36 meses es 210
mg por porción con un total de 800 mg por día.
El análisis mencionado de casi 1100 alimentos y bebidas para niños/as resultó en un promedio de 360 mg y los más salados llegaron a 950 mg… En promedio, el nivel de sodio de las meriendas o “snacks” para niños/as pequeños se puede comparar con las papas fritas regulares.
La tercera parte de las comidas para niños/as y la mayoría de las barras de cereales, así comolas frutas (lista para su consumo), meriendas, postres y jugos tenían al menos un tipo de azúcar agregado. En algunas categorías de alimentos infantiles ¡el contenido de azúcar llegó a 30 o hasta 60 gramos por 100 gramos del producto!
Todos los productos lácteos menos uno fueron saborizados (endulzados), y la cantidad promedio de las calorías proveniente de azúcares de los alimentos infantiles fue similar a los alimentos para adultos en este análisis.
No confiar en la marca
Aquí hay dos fenómenos importantes que considerar. Muchas mamás piensan que la alimentación para bebés y para infantes se elaboran con normas más altas porque los pequeños son más vulnerables.
En efecto, la comida
para bebés (hasta los 12 meses) estaba dentro de los límites, pero empresas
reconocidas de alimentos infantiles cruzaron estos límites. Esto significa que NO se puede confiar en la marca (sea
Nestlé, Gerber u otra) y que siempre hay que leer la etiqueta
nutricional antes de comprar el
producto.
El otro tema es que nuestras preferencias gustativas se
forman en los primeros años de nuestras vidas. Lo que implica que si un niños /
niña come alimentos con demasiada sal desde muy temprana edad, le va a gustar
por el resto de su vida consumir más sal y correrá el riesgo de desarrollar
hipertensión, cálculos renales y otras enfermedades relacionadas.
De cierta forma, la sal tiene la ventaja de que una persona
puede desacostumbrarse a su sabor, característica que el azúcar, el otro
ingrediente malhechor, no tiene. Es por eso que aconsejamos a las consumidoras
y mamás y los consumidores y papás utilizar la información nutricional y elegir
siempre la opción con menos sodio y menos azúcar. Y nunca agregar ninguna de
las dos a las comidas y bebidas de sus hijos pequeños ni tampoco a los mayores.
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