12 febrero, 2015

México: la maquinaria que atenta contra la salud

Las decisiones de negocios que día a día toman las grandes corporaciones de la comida chatarra en materia de diseño de productos, de publicidad, de estrategias de mercado, de cabildeo con el poder político y de estrategias nacionales e internacionales, están en la base de la epidemia de enfermedades prevenibles y muertes prematuras que colapsa el sistema de salud y las finanzas familiares, escribe Alejandro Calvillo, Director de El Poder del Consumidor, A.C., de México.

Estas corporaciones, agrega, "han logrado una concentración de poder económico que se ha convertido en poder político, en especial, en las naciones donde la democracia está capturada por los intereses económicos".
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En este contexto hay que entender el poder de Bimbo y Coca en nuestro país. Bimbo, de origen mexicano, es la mayor panificadora en el planeta. Coca es la mayor corporación a escala mundial de bebidas no alcohólicas. Nuestra desgracia es que al mismo tiempo que somos los mayores consumidores de refrescos, también somos los mayores consumidores de pastelillos. 

De acuerdo a Profeco, los mexicanos consumimos un promedio de 19.9 kilogramos de pastelillos al año. Esta cantidad casi duplica al segundo lugar que ocupan los belgas con 11.8 kilogramos y el tercer lugar ocupado por los griegos que consumen 10.9 kilos de pastelillos al año.

Si tomamos en cuenta que un mexicano promedio consume 163 litros al año de bebidas azucaradas y 20 kilogramos de pastelillos no debemos sorprendernos que 1 de cada 3 niños y que 7 de cada 10 adultos tenga sobrepeso u obesidad, que tengamos una de las mayores incidencias de diabetes, muertes por diabetes (80 mil en 2013) y de amputaciones debida a la diabetes (75 mil personas amputadas por esta causa en 2013). Es en las decisiones cotidianas de estas empresas, que tienen recursos superiores a los de varias naciones, que se conforma el ambiente tóxico en el que vivimos.

La magnitud

Nos podemos acercar a darnos una idea de la magnitud de este ambiente obesigénico corporativo y sus efectos en la salud con los datos presentados recientemente por el  Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)

El IMCO estima que los costos sociales generados solamente por la diabetes ascienden a más de 85 mil millones de pesos al año. La diabetes es sólo la punta del iceberg, debajo de la superficie se encuentra el síndrome metabólico identificado en el 40% de la población que está en su peso y que enfrenta esta situación por el alto consumo de azúcares y harinas refinadas.

En esta lógica, la empresa Bimbo, que se presenta como una corporación con profunda responsabilidad social, lanza junto con Coca Cola una estrategia más para incrementar las ventas de ambas empresas, es decir, que consumamos más refrescos, panes y pastelillos: más azúcar y harina refinada. 

Las alianzas

Con Bimbo y Coca de la mano vamos adelante así con el síndrome metabólico. No es la primera vez que Bimbo realiza una promoción de este tipo, las ha lanzado anteriormente con McDonald's y con Sabritas. 

En algún diálogo con funcionarios de Bimbo les hemos sugerido que al menos hagan estas promociones con leguminosas, con frijol, con lentejas, con cereales integrales, etc. Lo anterior con el fin de recuperar el consumo de alimentos esenciales que han sido desplazados por la chatarra.

No, la promoción de Bimbo es en alianza con Coca Cola, si compra usted una Coca Cola con tapa verde tendrá un descuento de 3 pesos en productos Bimbo, en pastelillos. Con esta estrategia comercial se busca incrementar la venta de ambas empresas: más refresco, más azúcar y más harina refinada, ¡a reventar la salud de los mexicanos!. Imaginese la cantidad de azúcar contenida entre una Coca de 600 mililitros y un negrito Bimbo. 

Los reportes anuales de Bimbo hablan de su responsabilidad social, como los de Coca Cola, de su política ambiental, con sus trabajadores, con sus proveedores, pero no se habla de su responsabilidad social central: con la salud de sus consumidores.

El consumo

La situación del consumo de refrescos, azúcares y harinas de los mexicanos sobresale por encima de cualquier nación.  

Si comparamos el consumo de refresco de los mexicanos con el de los estadounidenses que ocupaban el primer lugar en la ingesta de estas bebidas, encontramos que los rebasamos en más de un 30%. 

Si comparamos el consumo de pastelillos de los mexicanos con el de los belgas que ocupan el segundo lugar, encontramos que los superamos casi en un 100%.  En el caso de los pastelillos debemos considerar la diferencia en la calidad de los pastelillos que se consumen en Bélgica con los que consumimos en México. 

Nos referimos a la calidad de ingredientes y de aditivos químicos que son utilizados intensamente en nuestro país donde la mayor parte de los pastelillos son elaborados para larga vida en anaquel y con ingredientes de muy baja calidad.

Coca y Bimbo, Bimbo y Coca, tienen una red de distribución que supera el millón de puntos de venta en el país. La penetración casi monopólica de Bimbo y el dominio del mercado de bebidas no alcohólicas de Coca Cola generan una omnipresencia de estas empresas trasnacionales.

El etiquetado

Bimbo y Coca, gracias a COFEPRIS, mantienen sus etiquetados frontales engañosos, promoviendo el consumo de altas cantidades de azúcares que ponen en riesgo la salud de la población, manteniendo etiquetados que violan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. 

COFEPRIS les ha dado su respaldo haciendo oficiales los etiquetados que las propias empresas han diseñado, les ha dado su respaldo para que la regulación de la publicidad que realizan a la infancia sea bajo los propios criterios que estas empresas han diseñado.

Conméxico y las corporaciones procesadoras de alimentos y bebidas que agrupa, argumentan que el problema de la epidemia de obesidad y diabetes no está en los productos que fabrican y comercializan, que está en la dieta. 

La obesidad, afirman, es un problema personal, radica en lo que uno decide ingerir, la cantidad que consume y la frecuencia con que lo hace. Sus productos no son para un consumo frecuente, declaran. Sin embargo, toda la estrategia multimillonaria de estas corporaciones está dirigida a invadir con sus productos, a hacerlos omnipresentes, con una publicidad apabullante, con etiquetados engañosos, con formulaciones adictivas: a promover una ingesta intensa y recurrente, no esporádica.

La maquinaria

Coca Cola comercializa sus bebidas azucaradas a un precio menor que el agua embotellada que vende. Bimbo, a pesar de sus declaraciones de responsabilidad social, continúa contribuyendo al deterioro de los hábitos alimentarios de los mexicanos, deterioro que puede declarase uno de los más graves en el planeta. 

Bimbo ha logrado incrementar sus ventas, logrando que más consumidores consuman sus productos y que los consumidores que ya los consumen, consuman más. Sólo así los reportes trimestrales a los accionistas pueden ser positivos. 

Desde la primera panificadora hasta la gran corporación mundial en que se ha constituido Bimbo, se ha desarrollado un monstruo que ya no tiene rostro humano, una corporación cuya maquinaria debe ser aceitada con el fin de dar resultados a sus accionistas cada tres meses, en dirección totalmente contraria a la protección de la salud.

Artículo publicado originalmente en Sin Embargo, el 10 de febrero de 2015.

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