ALTAGRACIA PAULINO, Directora del Instituto Pro Consumidor reflexiona en este artículo sobre el rol de la alimentación en el desarrollo de los seres humanos.
¿Cómo construir un mundo mejor sino analizando lo que está mal en nuestro desarrollo social y reivindicando lo humano? Alimentarnos, dice Altagracia, es la primera actividad que realizamos los seres vivos; todo lo demás viene después, porque justamente de una buena alimentación
proviene la capacidad de estar vivos para impulsar el progreso y los cambios conocidos y los que requiere la humanidad.
No obstante, en la actualidad hemos llegado a un punto peligroso: no sólo nos hemos acostumbrado a la vida sedentaria, y a una alimentación insana cargada de
grasas, azúcar, y
sal, sino, además, "hemos cambiado las fórmulas y el modo de cocinar los
alimentos..."
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Desde que somos proyecto de vida comenzamos a alimentarnos. Desde el vientre de nuestras madres ingerimos nutrientes y micronutrientes que harán posible un producto saludable, viable y presto a convertirse en un robusto ser humano con todas las capacidades conocidas y por conocerse.
Así, desde la etapa embrionaria consumimos una gran parte de los minerales de nuestras madres, calcio, hierro, vitaminas y todo cuanto sea necesario para obtener buenos huesos y un mejor cerebro.
Cuando arribamos al mundo, lo primero que hacemos es succionar la leche que nos prodiga mama, para recordar que somos mamíferos y, que durante los primeros meses de nuestras vida ese será el mejor alimento del que disponemos. La leche materna es tan poderosa, que ha sido capaz de hacer sostenible la vida a través de millones de años.
Así, desde la etapa embrionaria consumimos una gran parte de los minerales de nuestras madres, calcio, hierro, vitaminas y todo cuanto sea necesario para obtener buenos huesos y un mejor cerebro.
Cuando arribamos al mundo, lo primero que hacemos es succionar la leche que nos prodiga mama, para recordar que somos mamíferos y, que durante los primeros meses de nuestras vida ese será el mejor alimento del que disponemos. La leche materna es tan poderosa, que ha sido capaz de hacer sostenible la vida a través de millones de años.
Así, desde la etapa
embrionaria consumimos una gran parte de los minerales de nuestras madres,
calcio, hierro, vitaminas y todo cuanto sea necesario para obtener buenos
huesos y un mejor cerebro.
Cuando arribamos al
mundo, lo primero que hacemos es succionar la leche que nos prodiga mamá, para
recordar que somos mamíferos y, que durante los primeros meses de nuestras vida
ese será el mejor alimento del que disponemos.
La leche materna es tan
poderosa, que ha sido capaz de hacer sostenible la vida a través de millones de años.
De modo que
alimentarnos es la primera actividad que realizamos los seres vivos, la
comida es el bien fundamental del ser
humano, todo lo demás viene después, porque justamente de una buena alimentación
proviene la capacidad de estar vivo para impulsar el progreso y los cambios ya
conocidos por la humanidad.
La sostenibilidad
de la vida ha sido posible por la capacidad de resistencia de los que habitamos
este planeta. A través de los siglos hemos enfrentado las inclemencias del
tiempo, plagas, epidemias, pandemias, opresiones y guerras, pero hemos sido
capaces de seguir, avanzar y construir sobre las cenizas del pasado el presente
que nos toca. Y que presente!
Hemos construido un
mundo nuevo, hemos explorado los cielos, nuestras huellas trascienden al
planeta azul y realizado las más profunda de las revoluciones: la revolución tecnológica,
que ha creado la era del conocimiento.
Pero así como hemos
construido y creado, también hemos germinado la semilla de la destrucción:
contaminamos las aguas que hemos de beber, creamos fuentes alimenticias -como
las formulas sustitutas de la leche materna- y nuevos alimentos en la dieta.
El progreso nos ha
traído la sociedad de consumo y el consumismo, que se manifiesta también en la
sobre alimentación en los países desarrollados y en desarrollo, dando espacio a
nuevas enfermedades y pandemias como la obesidad y el sobrepeso.
En esta era
participamos de nuevos descubrimientos, sobre todo el área de la medicina y encontramos pastillas
para todo: para retener el envejecimiento, para curar males y las que más se venden son para "adelgazar"
porque la comodidad que nos hemos proporcionado constituye también una agresión
a nosotros mismos.
Nos hemos
acostumbrado a la vida sedentaria, y a una alimentación insana cargada de
grasas, azúcar, hidratos de carbono y
sal. Pero además hemos cambiado las formulas y el modo de cocinar los
alimentos.
Esto ha generado una gran carga para el organismo cuyo funcionamiento se ve alterado porque
por un lado la falta de ejercicios permite que las grasas se acumulen, que se
produzcan enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, la formación
de tumores y una muerte absurda justo cuando parte de los avances de la
humanidad es durar más años en capacidad productiva.
La obesidad no solo
es un problema de estética, es de salud pública, es además una ofensa contra
aquellos millones de personas que viven por debajo de la línea de pobreza.
Lo
que ganamos en sobrepeso, le falta a muchos desnutridos del mundo, que se
acuestan sin cenar, que no tienen agua y los que mueren porque no alcanzan las
calorías necesarias en el precario consumo de alimentos.
Resulta obsceno el
escenario de donde la obesidad y el sobrepeso por la gran cantidad de calorías
ingeridas se convierta en pandemia y todavía haya seres humanos que simplemente
no tengan acceso a los alimentos que producimos pero que mal distribuimos.
Por todo lo
expuesto tenemos que convenir que para seguir construyendo un mundo mejor
debemos revertir los daños que hemos creado, reivindicando la alimentación
saludable como un derecho de la humidad.
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