Cuando las organizaciones de consumidores de la región tienen la posibilidad de encontrarse, intercambiar experiencias, propuestas y debatir temas relevantes, el movimiento en su conjunto avanza, escribe Juan Trímboli, Director para América Latina y el Caribe de CI.
Esto
ocurrió en el reciente encuentro regional que tuvo lugar en Santiago de Chile,
que contó con la presencia de 25 organizaciones miembros de CI,
provenientes de 14 países y donde se expusieron los buenos resultados del
proyecto CI/IDRC sobre el uso de TICs para potenciar la participación e incidencia
de los consumidores y sus organizaciones.
Y
cuando el movimiento avanza, los derechos de las personas se fortalecen y su
calidad de vida mejora. Por ello los temas que se debatieron no constituyeron
un puro ejercicio intelectual.
Para los
consumidores no es indiferente que se respete la privacidad de los datos
personales, o contar con servicios de banda ancha justos y de alta calidad, o
que países de la región se sumen a un Acuerdo de Asociación
Trans-Pacífico (TPP) con contenidos que vulneran derechos esenciales en
el ámbito de Internet, en el acceso a la salud, los alimentos y la
cultura. Tampoco es indiferente que logremos o no actualizar las
Directrices de Naciones Unidas, incorporando disposiciones en materia de
servicios financieros, acceso al conocimiento, energía y representación de los
consumidores.
Las
organizaciones de consumidores, asentadas en el trabajo cotidiano, tienen una
mirada estratégica siempre atenta a los cambios económicos, tecnológicos,
políticos, sociales y culturales que nos afectan, tanto para formular políticas
como para mejorar sus niveles de incidencia.
La
fortaleza y sustentabilidad de las organizaciones de consumidores es esencial
para incidir en los ámbitos de decisión, poner límites a los abusos e impulsar
políticas públicas que den solidez y permanencia a sus demandas.
Es por
esto que un eje central de los debates de este encuentro regional se
orientó a precisar las prioridades involucradas en la sustentabilidad institucional
y financiera, a ubicar nuestras fortalezas y debilidades y a definir lo que CI
puede hacer para contribuir con más eficacia al fortalecimiento del movimiento.
Las
reflexiones y propuestas que las organizaciones nos dejaron como producto de su
trabajo, vamos ahora a sistematizarlas, analizarlas y convertirlas en
iniciativas y políticas de esta oficina regional.
Los
resultados de este trabajo los volveremos a someter a la opinión de nuestros
miembros para así seguir construyendo juntos los caminos de este movimiento que
sigue demostrando su capacidad y voluntad para asumir y representar con
eficacia los intereses de la población en el ámbito de las relaciones de
consumo.
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