ANA PAULA BORTOLETTO, nutricionista e investigadora del Instituto Brasileño de Defensa del
Consumidor (Idec)
considera que sin importar el tipo de alimento, la publicidad dirigida al
público infantil se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas en fase de
desarrollo para fomentar el consumo, por lo que no debe permitirse.
En 2010,
la Organización Mundial de la Salud recomendó reducir la exposición de los niños y niñas a la publicidad de
alimentos, especialmente aquellos con altas cantidades
de azúcar, sal y grasas. No obstante hay un
difícil camino por recorrer aún hasta que esas recomendaciones se conviertan en
prácticas nacionales.
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La epidemia de la obesidad y
las enfermedades crónicas conforman un problema que afecta de manera creciente a
todo el mundo. Y
se convirtió en un consenso entre
las principales organizaciones e investigadores en
salud pública que la regulación de
la publicidad de alimentos es una de
las estrategias necesarias para
combatirla.
Las campañas de
marketing no sólo influyen
en la elección de alimentos en la
infancia, sino que también buscan retener, ‘fidelizar’, a los consumidores
desde una edad temprana. El objeto
preferencial son los
alimentos ultra procesados hechos
a partir de ingredientes industriales,
con poco o ningún producto fresco, y por lo general con altas cantidades de azúcar, grasas y / o sodio.
En 2010, la Organización Mundial de la Salud recomendó reducir la exposición de niños y niñas a
la publicidad de los alimentos, especialmente los que tienen altas cantidades
de azúcar, sal y grasa.
En 2012, la Organización Panamericana de la
Salud profundizó el tema y
también recomendó acciones concretas
a los gobiernos para reducir la
exposición de la población infantil a la publicidad de alimentos. Para los expertos,
la autorregulación de la industria no ha
funcionado.
La más reciente publicación sobre obesidad de la revista The Lancet, publicada en febrero de este año, indica que, hasta la fecha, las iniciativas para regular la publicidad no han sido suficientes.
La más reciente publicación sobre obesidad de la revista The Lancet, publicada en febrero de este año, indica que, hasta la fecha, las iniciativas para regular la publicidad no han sido suficientes.
Desde los avances conquistados en la protección de la lactancia materna, con la eliminación de los anuncios que
publicitan los sustitutos de la
leche materna, se llevaron a cabo pocas acciones efectivas para detener la comercialización
masiva de la industria de alimentos
hacia el público infantil de todo el
mundo.
En Brasil, a pesar de la prohibición de la publicidad abusiva (dirigida a niños y niñas) prevista en el Código de
Defensa del Consumidor (CDC) desde
1990, la falta de regulación específica
para los alimentos perjudica la
eficacia de la ley.
En 2010, la movilización
internacional en torno al tema motivó
el desarrollo de la primera regulación sobre publicidad de alimentos en
general, por la Agencia Nacional
de Vigilancia Sanitaria (ANVISA). No obstante, esta
regulación, fue suspendida poco
después de su publicación, debido
a la presión de diversas asociaciones de
la industria alimentaria.
La Norma Brasileña para
la Comercialización de Alimentos
para Lactante y Primera Infancia, Chupetes
y Biberones (NBCAL) contribuyó
mucho a la protección de la lactancia
materna, pero espera su regulación desde 2006, lo que compromete la fiscalización y el cumplimiento de la ley.
Algunos avances también deben ser
reconocidos, como la Resolución 163/2014
del Consejo Nacional para los Derechos de los Niños, Niñas y
Adolescentes (CONANDA), que reguló
la propaganda abusiva, describiendo todos los casos
en que se debe aplicar el Código del Consumidor.
Sin embargo, los organismos reguladores aún no
tienen la fuerza suficiente para ponerla en práctica, también debido a la
gran presión de las asociaciones de la
industria y de la publicidad.
Así como ocurrió con
la suspensión de la resolución de ANVISA, estos segmentos presionan contra la resolución de CONANDA, alegando que estos órganos no tienen competencia legal para regular la publicidad o que las reglas
atentan contra la libertad de expresión
de las empresas. Estos argumentos ya han sido refutados por juristas de
renombre y desafiados por la
evidencia científica en el área de la salud pública.
La nueva Guía Alimentaria para la Población Brasileña publicada por el Ministerio de Salud en 2014, reconoce esta influencia y sitúa a la publicidad de alimentos como uno de los obstáculos para una alimentación saludable. La guía destaca que la regulación es necesaria porque la publicidad estimula el consumo de alimentos ultra procesados, induciendo a la gente a considerarlos más saludables, con una calidad superior a los demás, y a menudo asociarlos a imágenes de bienestar, felicidad y éxito.
Sin importar el tipo de alimento, la publicidad dirigida al público infantil se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas en fase de desarrollo para fomentar el consumo. Por lo tanto, no debe ser permitida.
La nueva Guía Alimentaria para la Población Brasileña publicada por el Ministerio de Salud en 2014, reconoce esta influencia y sitúa a la publicidad de alimentos como uno de los obstáculos para una alimentación saludable. La guía destaca que la regulación es necesaria porque la publicidad estimula el consumo de alimentos ultra procesados, induciendo a la gente a considerarlos más saludables, con una calidad superior a los demás, y a menudo asociarlos a imágenes de bienestar, felicidad y éxito.
Sin importar el tipo de alimento, la publicidad dirigida al público infantil se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas en fase de desarrollo para fomentar el consumo. Por lo tanto, no debe ser permitida.
Todavía tenemos un largo
camino por recorrer para lograr la garantía del derecho a la alimentación
adecuada y saludable y los derechos de los consumidores.
Para contribuir a este
proceso, el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (Idec), junto con las
organizaciones de protección de los consumidores de todo el mundo, está
haciendo campaña
para presionar a la Organización Mundial de la Salud para que desarrolle un
tratado global sobre la alimentación saludable. Uno de sus objetivos es precisamente alentar a los
países a aprobar leyes que eliminan eficazmente la publicidad de alimentos para
niños y niñas.
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