25 marzo, 2015

Publicidad de alimentos y obesidad infantil: una reflexión necesaria



ANA PAULA BORTOLETTO, nutricionista e investigadora del Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (Idec)  considera que sin importar el tipo de alimento, la publicidad dirigida al público infantil se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas en fase de desarrollo para fomentar el consumo, por lo que no debe permitirse.

En 2010, la Organización Mundial de la Salud recomendó reducir la exposición de los niños y niñas a la publicidad de alimentos, especialmente aquellos con altas cantidades de azúcar, sal y grasas. No obstante hay un difícil camino por recorrer aún hasta que esas recomendaciones se conviertan en prácticas nacionales.

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La epidemia de la obesidad y las enfermedades crónicas conforman un problema que afecta de manera creciente a todo el mundo. Y se convirtió en un consenso entre las principales organizaciones e investigadores en salud pública que la regulación de la publicidad de alimentos es una de las estrategias necesarias para combatirla.

Las campañas de marketing no sólo influyen en la elección de alimentos en la infancia, sino que también buscan retener, ‘fidelizar’, a los consumidores desde una edad temprana. El objeto preferencial son los alimentos ultra procesados hechos a partir de ingredientes industriales, con poco o ningún producto fresco, y por lo general con altas cantidades de azúcar, grasas y / o sodio.

En 2010, la Organización Mundial de la Salud recomendó reducir la exposición de niños y niñas a la publicidad de los alimentos, especialmente los que tienen altas cantidades de azúcar, sal y grasa.

En 2012, la Organización Panamericana de la Salud profundizó el tema y también recomendó acciones concretas a los gobiernos para reducir la exposición de la población infantil a la publicidad de alimentos. Para los expertos, la autorregulación de la industria no ha funcionado.

La más reciente publicación sobre obesidad de la revista The Lancet, publicada en febrero de este año, indica que, hasta la fecha, las iniciativas para regular la publicidad no han sido suficientes.

Desde los avances conquistados en la protección de la lactancia materna, con la eliminación de los anuncios que publicitan los sustitutos de la leche materna, se llevaron a cabo pocas acciones efectivas para detener la comercialización masiva de la industria de alimentos hacia el público infantil de todo el mundo.

En Brasil, a pesar de la prohibición de la publicidad abusiva (dirigida a niños y niñas) prevista en el Código de Defensa del Consumidor (CDC) desde 1990, la falta de regulación específica para los alimentos perjudica la eficacia de la ley.

En 2010, la movilización internacional en torno al tema motivó el desarrollo de la primera regulación sobre publicidad de alimentos en general, por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA). No obstante, esta regulación, fue suspendida poco después de su publicación, debido a la presión de diversas asociaciones de la industria alimentaria.

La Norma Brasileña para la Comercialización de Alimentos para Lactante y Primera Infancia, Chupetes y Biberones (NBCAL) contribuyó mucho a la protección de la lactancia materna, pero espera su regulación desde 2006, lo que compromete la fiscalización y el cumplimiento de la ley.

Algunos avances también deben ser reconocidos, como la Resolución 163/2014  del Consejo Nacional para los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (CONANDA), que reguló la propaganda abusiva, describiendo todos los casos en que se debe aplicar el Código del Consumidor.

Sin embargo, los organismos reguladores aún no tienen la fuerza suficiente para ponerla en práctica, también debido a la gran presión de las asociaciones de la industria y de la publicidad.

Así como ocurrió con la suspensión de la resolución de ANVISA, estos segmentos presionan contra la resolución de CONANDA, alegando que estos órganos no tienen competencia legal para regular la publicidad o que las reglas atentan contra la libertad de expresión de las empresas. Estos argumentos ya han sido refutados por juristas de renombre y desafiados por la evidencia científica en el área de la salud pública.

La nueva Guía Alimentaria para la Población Brasileña publicada por el Ministerio de Salud en 2014, reconoce esta influencia y sitúa a la publicidad de alimentos como uno de los obstáculos para una alimentación saludable. La guía destaca que la regulación es necesaria porque la publicidad estimula el consumo de alimentos ultra procesados, induciendo a la gente a considerarlos más saludables, con una calidad superior a los demás, y a menudo asociarlos a imágenes de bienestar, felicidad y éxito.

Sin importar el tipo de alimento, la publicidad dirigida al público infantil se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas en fase de desarrollo para fomentar el consumo. Por lo tanto, no debe ser permitida.

Todavía tenemos un largo camino por recorrer para lograr la garantía del derecho a la alimentación adecuada y saludable y los derechos de los consumidores.

Para contribuir a este proceso, el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (Idec), junto con las organizaciones de protección de los consumidores de todo el mundo, está haciendo campaña  para presionar a la Organización Mundial de la Salud para que desarrolle un tratado global sobre la alimentación saludable. Uno de sus objetivos es precisamente alentar a los países a aprobar leyes que eliminan eficazmente la publicidad de alimentos para niños y niñas.

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